"A mí los dieciocho me pasaron de largo, estrenando opiniones, intenciones y cantos. Como todos los chicos, con el puño cerrado y en las puertas abiertas el futuro esperando. Al tuyo, bruscamente te lo desamarraron y te hiciste a la niebla en el mar del espanto. Encallaron tus sueños... Daniel en la turba y el barro. Fue la muerte bandera... y la vida un milagro. Lo mío fue distinto... Daniel lo mío no fue nada. Yo no tengo esa sombra... que vaga en tu mirada. Mi batalla fue el riesgo de un machete escondido y mi pozo de zorro, un amor y un olvido. Mi fusil, las pintadas en los muros vacíos y morir por la Patria, un discurso florido. Tu excusa de ser hombre: fue algo más que el motivo de la barba y el porte y el salir con amigos, fue volverte habitante... Daniel de la lluvia y el frío; asumir el naufragio con los cinco sentidos. Lo mío fue distinto... Daniel lo mío no fue nada. Yo no tengo esa sombra... que vaga en tu mirada. | Mi asunto fue un asunto de madre preocupada que no fuera muy tarde mi regreso a la casa. De domingo a domingo me peinaba las alas, sin andar cada jueves reclamando su alma. La tuya, sin embargo, agotaba hasta el alba las escasas noticias de las islas lejanas. Aunque fuera un indicio... Daniel era ya la esperanza. Aunque fuera mentira en el medio del drama Lo mío fue distinto... Daniel lo mío no fue nada. Yo no tengo esa sombra... que vaga en tu mirada. El tiempo irá trayendo la amnesia inexorable. Habrá muchas condenas y pocos responsables. Dirán que fue preciso, dirán, ""inevitable"", y al final como siempre será Dios el culpable. La historia necesita en sus escaparates, ocultar el trasfondo de tanto disparate. No es tuya la derrota... Daniel no cabe en tu equipaje, ¿Acaso las gaviotas... otra vez en el aire? Lo mío fue distinto... Daniel lo mío no fue nada. Yo no tengo esa sombra... que vaga en tu mirada." |
Esta es quizás una de mis canciones más amargas. De por sí la dictadura argentina llamada “el proceso” fue una sin razón como lo es cualquier intento de asumir el poder en un país sin el consentimiento de la mayoría de sus habitantes. Más aún cuando se interrumpe por medio de la violencia la democracia representada por unos gobernantes elegidos a través de las urnas. En algún otro lugar de estos escritos dije que el ejercito argentino fue creado para luchar contra los propios argentinos y pese a ser una dura y aparentemente ligera opinión la historia desafortunadamente no me contradice en absoluto. Como colofón a una actitud totalmente irregular de gobierno de facto, a estos “salvadores” de la Patria, no se les ocurre nada mejor que invadir las islas Malvinas, que si bien todos los que hemos nacido en Argentina defendemos el derecho irrenunciable a su soberanía la sola actitud invasora pone en entredicho ese derecho. Lo más gra ve de todo es que estos pseudos profesionales de las armas (vaya profesión por cierto) subestimaron la reacción bélica de uno de los países más poderosos del mundo como es Gran Bretaña, más allá de su historial de piraterías reconocido. Seguramente pensaron que por la lejanía la cosa iba a pasar desapercibida o al menos fácil, quizás porque en ese momento el gobierno británico estaba en manos de una mujer que supuestamente por serlo no reaccionaría, vaya usted a saber. La cuestión es que invadieron y enviaron a una masacre a varios contingentes de jóvenes inexpertos y mal pertrechados para sobrevivir en aquella región austral tan hostil por sus características y sobre todo por las bajas temperaturas. Las consecuencias fueron tremendas y los responsables, juzgados y hallados culpables por aquella y otras conocidas tropelías, culpables de asesinato, rapto y desapariciones, andan sueltos por obra y gracia de actitudes políticas inaceptables aunque se hayan tomado en nombre de la convivencia y la democracia. Mi postura es que no quiero convivir con asesinos de semejante calaña y por otro lado una democracia condicionada a estas cosas no es democracia ni es nada.
En “A Daniel...” he tratado de pintar un prototipo de los miles de muchachos que fueron enviados a la carnicería de Malvinas. La historia jamás absolverá a los culpables como yo por lo que me corresponde tampoco lo hago ahora•
Alberto Cortez
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